Nos dijo Leonardo Da Vinci, la pintura es poesía muda; la poesía es pintura ciega. Escribir es un don del alma, la capacidad de expresar acontecimientos de la vida, produciendo las palabras en un orden mejor estructurado para inspirar al lector. Por tanto es un tipo de discurso que trabaja de la mano con el lenguaje, es una experimentación mayor de las ideas, con palabras poco convencionales que se distancian del lenguaje común.
La palabra Poesía viene del griego Creación o Crear. La esencia de la poesía es crear reflexión con el ser humano en cuanto al entorno, pretende conservar el sentimiento a través de normas gramaticales y al mismo tiempo incumple la función comunicativa para los medios cotidianos, allí es donde el estilo se nombra la atención del cerebro.
La poesía habla de los vínculos humanos, del individuo autónomo y sometido. Es decir el ser liberal que emplea sus ideas para construirse a sí mismo, oponiéndose a la forma de percibir las situaciones en relación al mundo; el “ser sometido” es un ser que no es completamente libre, se condiciona por la indecisión, por lo que somos, lo que no somos, reproduce en sí mismo el comportamiento de otros y muchas veces hace lo que no quiere hacer.
Tiene una constante tensión que no se resuelve entre el deber y el deseo, la razón y el sentimiento. Es decir que siempre quiere identificarse con otras cosas, que tiene errores porque siempre deseamos lo que no tenemos, y cuando tenemos lo que deseamos, ya no lo queremos. La poesía trabaja en cuál es la fantasía que los deseos activan. La poesía es un eco, una fuerza que produce imagen visual, si digo –me gustas- no trasciende, pero si digo “en mis adentros hay una llama que arde cuando me miras” es verso que impacta, se imprime en la cabeza, el corazón y genera un drama.
La poesía muestra que el lenguaje es una herramienta imperfecta, porque no alcanza a decir lo que queremos decir, acerca a una idea pero fracasa en su intento por nombrar, al mismo tiempo que apunta hacia algo que está fuera de las palabras. Mostrando la frontera entre el lenguaje y lo indescriptible, la emoción y el sentimiento. En resumidas cuentas el arte de la poesía no es una descripción tangible.