Permítete ver una pérdida, como una posibilidad de viajar más liviano, de reconocer la posibilidad de aprender de las situaciones, de vivir tu presente y no esperar impaciente desde el afán de cada día, sino desde la posibilidad de mantenernos vivos y quizá, escuchar a alguien, que al no tener ese velo negro, nos permita encontrarnos con nosotros mismos, reconciliarnos, ponernos frente al espejo y decidir darnos el amor propio, que necesitamos encontrar en nosotros mismos antes que afuera, reconectarnos con la forma en que sentimos, aceptarla, abrazarla, aprender de ella y poderla soltar.
(Boletín salesiano)