En el año 2015 con el llamado del Papa Francisco sobre el urgente cuidado de la casa común en su encíclica titulada “Laudato si” (Alabado Seas), se han promovido en la Iglesia distintas iniciativas que, desde el trabajo sinérgico y el servicio al mundo, tienen como objetivo dar una mirada esperanzadora y actuante ante la realidad ambiental que vivimos.
En diversos escenarios se promovieron acciones para poder unir esfuerzos, no solo reflexivos sino operativos, para llevar adelante un cuidado integral y la protección de la casa que habitamos todos y merece nuestra atención prioritaria hoy, el planeta.
Es así como en ese momento un grupo de obispos, representantes de varias congregaciones religiosas, laicos y otras entidades, deciden crear lo que en su momento se denominó Movimiento Católico Mundial por el Clima, dando respuesta a uno de los puntos más urgentes de la Encíclica y de la realidad ambiental. Este movimiento inició con 17 instituciones católicas y 12 organizaciones civiles de todos los continentes comprometidos con ayudar a promover las ideas de Laudato si y “el objetivo de reunir a la familia humana para actuar urgentemente ante estas grandes crisis”, señala Tomás Insúa, co fundador y director ejecutivo de este Movimiento.
De este modo, no se busca simplemente llevar acciones aisladas sobre este tema sino la promoción de planes de ecología integral y los aportes que la Iglesia puede hacer al mundo en este campo. Insua, también advierte sobre la necesidad de seguir sumando esfuerzos, en el nacimiento de esta organización se sumaban apenas 31 entidades, hoy son más de 800 las que están comprometidas con no solo dejar a Laudato si como un documento escrito sino como un llamado Vivo que nos congregue a todos.
Uno de los puntos más relevantes que se pueden señalar del trabajo que ha hecho el Movimiento Laudato Si ha sido su comunión con la ONU y los planes que desde allí se impulsan, este trabajo conjunto se ha trazado varias metas de largo alcance, pero con impactos muy positivos, así, se han trazado la meta de “de lograr cero emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial para 2050”, lo cual implicará que desde el año 2035 se tome un rumbo radical que pueda ayudar a la consecución de este propósito.
En muchos contextos se habla sobre el punto de no retorno, un momento en el que la humanidad no tendrá otra oportunidad de cambiar sus dinámicas de consumo y relación con el planeta, de cara a la preservación del mismo en condiciones de vida y seguridad para todos, por tanto, iniciativas como este Movimiento y tantas otras en la Iglesia, incluso en la Familia Salesiana con Don Bosco Green Alliance, se hacen fundamentales para motivar y formar en las todas las generaciones, sobre todo las más jóvenes, una consciencia de ecología plena que sea capaz de concretar acciones de cuidado y sobre todo corresponsabilidad con el planeta.