Durante décadas, el municipio de Medellín ha presentado diferentes dificultades relacionadas con el narcotráfico; este fenómeno sociopolítico, económico y sanitario ha tenido modificaciones a través de los años implicando, entre otras cosas, el aumento progresivo de los tipos de sustancias circulantes.
Ante esta realidad, la respuesta institucional ha sido la misma: la prohibición como regla general, la criminalización de los usuarios de sustancias y la negación de la autonomía de los consumidores. Este abordaje moral ha cerrado la posibilidad de entender mejor el fenómeno y construir diferentes herramientas que permitan un abordaje comunitario del uso de sustancias, que cuente con implicaciones integrales, principalmente en el área de la salud. La respuesta más constante que el abordaje de salud ha generado ha sido dejar de consumir para eliminar los riesgos asociados, postura que ha dejado por fuera un amplio grupo de consumidores que no tienen ni información ni atención oportuna por su decisiones personales de usar sustancias.
Esta falencia ha llevado a la administración Medellín Futuro por medio del programa Salud Pública Juvenil a pensar en estrategias para desmontar las ideas moralizantes y estigmatizadoras de los usuarios de sustancias, entendiendo que buena parte de ellos no han desarrollado patologías asociadas al consumo y que con acceso a información objetiva suficiente pueden contar con las herramientas para que estas afecciones en salud no aparezcan o sean controladas a tiempo.
La información relacionada con la trazabilidad de las sustancias (qué contienen, cómo están compuestas y qué efectos tienen) es importante para los usuarios de sustancias, que debido a la condición de ilegalidad de las mismas, no pueden tener certeza sobre esto. Es por esta razón que la Secretaría de Juventud de la Alcaldía de Medellín realizó el primer estudio de riesgo químico de las sustancias circulantes en el municipio, buscando determinar de forma objetiva el riesgo al cual los usuarios de sustancias se enfrentaban a la hora de consumir sustancias psicoactivas.
El estudio consistió en tres fases: la primera de ellas fue solicitar, a los usuarios de sustancias en los lugares más recurrentes de consumo de las diferentes comunas y corregimientos, una muestra de lo que estaban consumiendo de forma tranquila y con la intención de tener mayor conocimiento sobre las sustancias que usan.
Se recolectaron 357 dosis de diferentes sustancias psicoactivas. En el momento de la entrega se hizo a las muestras un primer análisis de tipo colorimétrico (estas son pruebas rápidas estandarizadas que permiten identificar si las sustancias tenían el componente activo bajo el que se comercializaban: éxtasis, cocaína, LSD, etc).
Estas pruebas, aunque altamente útiles en contextos nocturnos tienen baja confiabilidad y no permiten determinar de forma clara qué contiene la sustancia y su riesgo, por lo que parte de la sustancia entregada por el usuario pasaba a la segunda fase del estudio,que fue un análisis de laboratorio por medio de espectrometría de gases y masas, el cual permitió determinar de forma objetiva y confiable qué contenía esa dosis, si tenía adulterantes y en qué porcentajes.
El último momento de la investigación realizada por la Universidad Nacional fue el análisis farmacológico de los resultados de laboratorio para determinar el riesgo real y las recomendaciones para los usuarios de sustancias de Medellín.
De las sustancias entregadas se encontraron resultados de 14 tipos de sustancias psicoactivas pertenecientes a cuatro grupos: cannabis, cocaína y derivados, opiáceos y sustancias de síntesis.
Cannabis: el estudio de las muestras de cannabis permitió establecer que en la ciudad se encuentra circulando marihuana de alta potencia, esto es, marihuana que contiene altos porcentaje de THC (factor psicoactivo del cannabis) sobre CBD (agente terapéutico) y CBN. Este tipo de marihuana implica toxicológicamente mayores prevenciones que la marihuana balanceada y es muestra de que el mercado ilegal ha experimentado con cruces de especies y semillas para el aumento de la potencia psicoactiva del cannabis. También se encontró que es una de las sustancias en las que más varía su medio de adquisición incluyendo el autocultivo, del cual se encontraron las muestras que presentan menor riesgo toxicológico para los usuarios.
Cocaína y derivados: las muestras de cocaína cuentan con adulteraciones; en un alto porcentaje, en las muestras de bazuco se encontraron adulterantes como cafeína, fenacetina, aminopirina, levamisol y lidocaína. El porcentaje de cocaína de estas muestras varían entre 24% y 79% para un promedio de 46%.
Las muestras de cocaína contaron con: Cafeina, Levamisol, Lidocaína, Fenacetina, Aminopirina y Procaína. El porcentaje de presencia de cocaína en las diferentes muestras varió de 0,3% a 100%, esta alta variación no se corresponde con una lógica precio- pureza lo que implica la imposibilidad del usuario para determinar lo que se encuentra consumiendo.
Opiáceos: los principales adulterantes de este tipo de sustancias fueron la cafeína y la lidocaína con presencias porcentuales de 16,1% a 42,6% y 6,1% a 24,8% respectivamente. Los opiáceos son sustancias altamente riesgosas por su vía de administración y la potencia de la sustancia; sumado a esto, la presencia de algunas muestras con cocaína implican mayor riesgo debido a lo peligroso para la salud que son estas dos sustancias combinadas.
Sustancias de síntesis: estas sustancias se corresponden con un grupo amplio de muestras como son LSD, 2CB y Éxtasis (MDMA). Es el grupo de sustancias con mayores porcentajes de sustitución, es decir, es donde se encontró la menor presencia de las sustancias que el mercado clandestino decía tener a la hora de vender a los usuarios. En esta medida, el 77,3% de las sustancias entregadas bajo el nombre de LSD no contienen este componente químico. De igual forma sucede con el 94,3% del 2CB y el 31,5% del Éxtasis, lo que indica que con las sustancias sintéticas, además del problema de la adición de otras sustancias, también se encuentra el problema de la suplantación.
En términos de salud, esta lógica implica que los usuarios de sustancias cuentan con ideas y expectativas distintas a los resultados del uso, lo que implica la posibilidad de malas experiencias y acciones en las que, tras los efectos no esperados, los pongan en riesgo de lesión o muerte.
En términos generales, los resultados del estudio de riesgo químico nos permiten identificar que el panorama de la lucha contra las drogas genera dificultades también en el panorama de la salubridad, no solo porque los usuarios de sustancias consuman rendidores y sustitutos peligrosos para la salud, sino porque esta información tampoco es clara para los espacios de atención sanitaria en casos de sobredosificación o intoxicación de las personas que usan sustancias.
El estudio de riesgo químico realizado por la Secretaría de la Juventud de la Alcaldía de Medellín es el primer informe en la ciudad que permite con alto nivel de confiabilidad determinar los riesgos a las que las personas se enfrentan tras decidir usar sustancias.
Desde la Secretaría de la Juventud, con el Programa Salud Pública Juvenil de la Alcaldía de Medellín, realizamos la invitación a participar este 2 y 3 de junio en el Congreso Consumos Conscientes: Sustancias Psicoactivas y Políticas de Estado, que se llevará a cabo para toda la ciudadanía. Este congreso tiene como propósito poner en discusión distintas posturas acerca de la intervención en el fenómeno de las sustancias psicoactivas, las políticas presentes y futuras por parte del estado, además de realizar la presentación de los resultados del estudio de riesgo químico.